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Desde hace unos años, cada vez más laboratorios desarrollan un conjunto de técnicas destinado a estudiar el ADN fetal en mujeres embarazadas con el fin de hallar posibles anomalías cromosómicas en el feto.
Se trata del test prenatal no invasivo o prueba de ADN fetal.
Este tipo de intervención o tratamiento utiliza tecnología avanzada para conseguir su propósito, aunque ello no ha impedido que se haya asentado rápidamente en la realidad de las mujeres embarazadas y convertido en una prioridad para ellas. El cribado prenatal se ha convertido en algo imprescindible para encontrar la tranquilidad durante el periodo de gestación del bebé, y los TPNI son una herramienta sencilla, segura y efectiva para conseguirlo.
Este tipo de test es tan seguro porque su procedimiento es mínimamente invasivo; en realidad, es todo lo peligroso que puede resultar la extracción de una muestra de sangre de la madre, directamente del brazo, tal y como se efectúa en cualquier análisis rutinario. Además, garantiza resultados precisos sin necesidad de causar un riesgo para la salud del bebé o de la madre, algo que sí provocan pruebas invasivas como la amniocentesis o la biopsia corial.
Sin embargo, este test prenatal se considera una prueba de cribado, no diagnóstica, por lo que, pese a rondar el 95% de precisión, cabe la posibilidad de obtener falsos positivos o falsos negativos como resultados. Esto significa que, ante un resultado positivo, lo más conveniente es confirmar o desmentir a través de la realización de una prueba invasiva, aunque resulte más peligrosa.
El test prenatal no invasivo va dirigido a mujeres embarazadas, sea de feto único o múltiple, o mediante un tratamiento de fecundación in vitro o por donación de óvulos. Al no suponer riesgo alguno para la madre ni el feto, es un tratamiento que compensa a cualquier mujer que espere un bebé.
Sin embargo, y como puede resultar lógico, la mayoría de las pruebas son realizadas a mujeres que, a priori, pueden presentar un riesgo por alguno de estos factores:
La amenorrea es la última manifestación de la menstruación antes de que la mujer quede embarazada. Esta fecha se puede tomar como referencia para contabilizar entre 9 y 10 semanas, las que se consideran necesarias para que los análisis de sangre del test prenatal no invasivo garanticen fiabilidad.
Uno de los requisitos más característicos del test prenatal no invasivo es que debe ser llevado a cabo a partir de las 10 semanas de gestación del feto. Llegado el momento, será responsabilidad del ginecólogo o de la ginecóloga el recomendar la realización de la prueba. Y lo hará cuando identifique el momento óptimo para ello, considerando los antecedentes médicos de la paciente y las circunstancias concretas del embarazo.
Y precisamente porque cada embarazo es diferente, el test prenatal no invasivo puede realizarse entre las semanas 10 y 12 de gestación. En ese margen se moverá el equipo médico para concretar el mejor momento.
Antes, y para determinar el momento del embarazo de una forma más concreta de lo que pueda hacerlo la amenorrea, se tomará una ecografía del feto. Esta ecografía, además, ayuda a descartar otros problemas, como podría ser un pliegue nucal aumentado, que obligaría a pasar directamente a una prueba invasiva en lugar del test prenatal.
El procedimiento normal indica que la madre dé su consentimiento mediante un formulario que deberá cumplimentar junto a su doctor. Una vez firmado, se concretará fecha y hora para la realización de la prueba.
El test prenatal no invasivo es conocido por su objetivo de detectar posibles anomalías cromosómicas en el feto de la paciente embarazada. Más concretamente, ¿cuáles son estas anomalías?
El resultado del test dará una indicación del nivel del riesgo de alteración genética en el feto. Se trata de una prueba con un 99% de eficacia en la detección de la trisomía 21, y con una precisión del 95% con respecto a las trisomías 13 y 18.
Sin embargo, al no ser consideradas pruebas diagnósticas sino de cribado, sus resultados dejan un ligero margen a los errores. Por todo ello, si el resultado obtenido es positivo, se recomienda recurrir a una prueba invasiva como la amniocentesis o la biopsia corial para confirmar o desmentir el riesgo.