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Una ecografía abdominal es una prueba de control prenatal que se realiza a mujeres embarazadas para comprobar el crecimiento fetal durante la gestación.
A través de unas ondas sonoras o de ultrasonido, es posible visualizar una imagen del embrión dentro de la placenta y analizar su estado. Es una de las pruebas más habituales porque es totalmente inofensiva tanto para el bebé como para la madre, por lo que no hay problema en realizar tantas ecografías en el embarazo como sean necesarias.
Es habitual que los doctores autoricen la primera ecografía en la sexta semana de embarazo, aunque cabe la posibilidad de que el embrión no esté lo suficientemente desarrollado como para apreciarlo visualmente o escuchar el latido del corazón. De todos modos, si se hace entre esta y la décima semana por vía transvaginal, lo más probable es que se consigan los resultados deseados.
Dado que el feto apenas mide unos pocos milímetros, esta prueba tiene como fin la confirmación del embarazo, la localización del feto en la placenta y confirmar la edad gestacional exacta y el tipo de embarazo según el número de embriones.
No obstante, la ecografía abdominal más importante del embarazo es la que se lleva a cabo a partir de las 11 semanas de gestación, especialmente en la semana 12.
Una mujer embarazada puede someterse distintos tipos de ecografías, según el momento de la gestación en que lo haga.
La ecografía de la semana 12, realizada por vía abdominal, tiene como objetivo revelar información muy importante sobre el avance del embarazo, el estado del feto y su potencial desarrollo y condiciones físicas.
Concretamente, esta es la información más destacada que proporciona:
La ecografía abdominal es una prueba totalmente inofensiva para la madre y para el feto; además, es fácil de realizar y no exige mucho tiempo. En definitiva, es una prueba cómoda y sencilla.
No obstante, esto no exime a la paciente embarazada de tener en cuenta ciertos detalles que pueden resultar significativos a la hora de prepararse para la prueba e intentar que dé los resultados que se buscan.
Por ejemplo, es importante tomarse la ecografía como lo que es: un examen rutinario, tranquilo y para nada peligroso o dañino. Con esto, conviene acudir a la prueba con actitud relajada.
Además, la primera ecografía no es solo un examen, también un momento especial en el embarazo, ya que comporta conocer muchas más cosas sobre el futuro bebé. De ahí el optimismo y alegría que debe provocar.
Debe intentarse resolver cualquier duda sobre el embarazo aprovechando la ecografía y el tiempo del doctor o doctora. Si la imagen del feto no es fácilmente interpretable, conviene preguntar para tenerlo todo claro.
Por último, es importante guardar el informe de la ecografía y llevarlo a los siguientes controles, de forma que el doctor corrobore y se base en el trabajo del ecógrafo.